sábado, 22 de diciembre de 2007

El poema de Pushkin que trajo Leysan


Un prisionero


Estoy tras de las rejas en húmeda prisión.

Mi compañero triste, criado en cautiverio,

es un águila joven que sacude sus alas

y pica en mi ventana su sangrienta ración.

Luego arroja y mira a través de los cristales

como si tramara lo mismo que yo

y me llama con su mirada y con su su grito

como diciendo: “Huyamos... echemos a volar...

Somos pájaros libres; es hora, hermano, ya.

Volemos a las cumbres, más allá de las nubes:

allá donde se ve la ribera del mar,

allá donde habitamos, tan sólo el viento y yo”.

No hay comentarios: